El fin de nuestra fe es la salvación de nuestras almas.
Así somos librados de la muerte y del tormento en el infierno, al que estábamos destinados
a enfrentar debido a los pecados cometidos en el cielo, y recibir la vida eterna.
A través de la Pascua, Dios concedió gratuitamente la vida eterna
a las almas miserables que estaban destinadas a morir.
La Iglesia de Dios tiene la bendición prometida de la vida eterna,
donde los miembros comen el pan y el vino de la Pascua,
que simbolizan la carne y la sangre de Jesús,
de acuerdo con las enseñanzas de la Biblia.
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